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La Escuela de Auxiliares de Enfermería de FUNDAP está construyendo un nuevo edificio con el apoyo de la ONG belga ACTEC.

Fundación del Valle va a dotar de equipos a esta escuela para la formación de las futuras auxiliares de enfermería, proyecto cuyo coste total asciende a 147.146€. Contamos con el apoyo de la Comunidad de Madrid que ha subvencionado dicho proyecto con 31.182€.

Gracias a lo cual se van a beneficiar directamente un total de 9.257 mujeres y 1.680 hombres.

Compartimos con vosotros la historia de Juanita: una alumna de la Escuela de Auxiliares de Enfermería de FUNDAP en Guatemala.

A través de estas líneas, comprobaréis cómo ha tenido que luchar para llegar a trabajar en uno de los hospitales más prestigiosos de Guatemala.


La travesía en el desierto de Juanita Floridalma fue literal, un viaje por miles de kilómetros para ir cambiando de vida hasta asentarse como enfermera en el prestigioso centro hospitalario ‘La Paz’ de Quetzaltenango. A sus 35 años, esta sonriente trabajadora del sector sanitario guatemalteco lleva un lustro laborando en dicho centro, pero antes tuvo que luchar contra las costumbres machistas de su juventud.

No obstante, Juanita obtuvo una beca para cursar hasta tercero básico en el convento de monjas ‘Villa de los Niños, Hermana de María’ en Guatemala, y luego regresar a Quetzaltenango.

Con el apoyo de sus hermanos quería adentrarse en la medicina, una ilusión que ella tenía, pero tras el bachillerato tuvo que trasladarse a Estados Unidos para cuidar de sus tres sobrinas, ya que una hermana suya que había emigrado falleció.
El camino fue muy duro, largo y difícil, atravesando un desierto que casi no consigue superar por la deshidratación y desorientación. Pese a ello, Juanita logró llegar a cuidar de sus sobrinas y empezó una nueva vida en Estados Unidos, aunque sin hablar el idioma tuvo que trabajar limpiando hogares y aparcar su sueño ligado a la medicina. Allí conoció a su esposo y tuvo una hija, aunque la bonita historia de amor sufrió varios reveses. Primero una deportación a Guatemala y posteriormente la separación, demasiados problemas matrimoniales y una horrible historia de maltrato personal.

Como indica la propia Juanita, “había pasado por demasiadas circunstancias difíciles en la vida y tenía el derecho a ser feliz, con mi hija y mi familia”. 

Así pues, en esta etapa más triste y deprimente, fue su madre quien le motivó para retomar los estudios y, gracias también a un compañero, entró en la ‘Escuela de Auxiliares de Enfermería’ de FUNDAP.  Aquí descubrió una de sus pasiones, ayudar a las demás personas, cuidarlas y atenderlas. Vamos, lo que había hecho siempre, pero por fin liberada de otros problemas y centrada en su futuro, en salir adelante.

Terminados los estudios y recién graduada como Auxiliar de Enfermería, Juanita estuvo cubriendo un interinato en el puesto de salud de San Mateo. Allí aprendió con casos reales y fue creciendo como personal sanitario, tratando a las personas como se merecen y siendo una gran profesional.

Todo es cuestión de trabajo duro, como ella misma apuntaba, porque Juanita cree “en el esfuerzo que uno pone para terminar logrando sus frutos, a pesar de las dificultades”. Sus cinco años laborando en este prestigioso centro médico tan sólo indican una cosa, que no hay desierto ni travesía personal a la cual no pueda sobreponerse y vencer la batalla.